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Channel: Comentarios en: Vacunar o no vacunar
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Por: Elvira

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No vacunar es un acto temerario e insolidario.
Yo no podría explicarlo mejor:

Mondo médico.
El sarampión que no amaba las vacunas.
Publicado el 24 de febrero de 2015 por Sophie

El sarampión es una enfermedad contagiosa causada por un virus que se propaga fácilmente por contacto con gotitas de saliva expulsadas mediante tos o estornudo por la persona infectada. Tras un periodo de incubación en torno a los 10 días, el paciente muestra fiebre alta, tos, ojos rojos, lagrimeo constante y secreciones nasales acuosas (rinorrea). Posteriormente aparecen en la boca unas manchas blancas como si se hubiera salpicado de azúcar y un exantema que empieza en la cabeza y se extiende al resto del cuerpo.

Tal como refleja la OMS,

El sarampión es una de las principales causas de muerte en niños pequeños, a pesar de existir una vacuna eficaz para prevenirlo.
En 2013 hubo 145 700 muertes por sarampión en todo el mundo, es decir, cerca de 400 por día y 16 por hora.
Se estima que entre 2000 y 2013, la vacuna contra el sarampión evitó 15,6 millones de muertes, lo que la convierte en una de las mejores inversiones en salud pública.
En 2011 yo era Médico Interno Residente en Sevilla y me tocó de cerca la epidemia de sarampión. El brote comenzó en una comunidad con muchos niños sin vacunar y afectó a más de 1.000 personas. Se dice pronto, sí, pero cuando eres médico de guardia en Urgencias y te llega un caso tras otro, cuando sabes que el sarampión es la enfermedad infecciosa más contagiosa, cuando ves los casos que se complican, que hay gente que sufre las secuelas y todo por no vacunarse…te entran los siete males.

Entonces, el argumento que más oía y leía era el de la asociación de la vacuna triple vírica (que incluía el sarampión) con el autismo, relación que no se consiguió demostrar. Quien lanzó esa teoría, Andrew Wakefield, vio cómo la revista The Lancet se retractaba por completo en 2010 al no haberse conseguido replicar su estudio y observar numerosos sesgos en sus estudios, además de conflictos de interés ( estar implicado en una patente relativa a una nueva vacuna sobre el sarampión es una mijita sospechoso, ¿no?).

Posteriormente he conocido otros argumentos contra la vacunación. Reconozco que fallo en mis intentos de ponerme en el lugar de quienes lanzan esos argumentos, que me cuesta entender que no contrasten información ni consulten con sanitarios o biólogos que les puedan sacar de dudas. Me cuesta.

1. “Las vacunas se asocian a daños cerebrales por sus excipientes”.

Lo explica muy bien Maria José Mas en su blog Neuronas en crecimiento,

“Muchas epilepsias, y epilepsias con grave deterioro mental, aparecen durante los 2-3 primeros años de vida […] La mala ciencia establece una causa(lidad) donde solo hay casualidad […]
La casualidad consiste en que los 3 primeros años de vida son los de mayor crecimiento del cerebro y es cuando se ponen la mayoría de vacunas.
Durante los 3 primeros años de su vida, el niño adquiere las habilidades básicas necesarias para su autonomía: controlar la postura y caminar, hablar y comunicarse, evitar hacerse caca y pis encima…”
No, no se ha demostrado que los excipientes que acompañan a las vacunas sean los “culpables” de los fallos en en neurodesarrollo infantil, no ha demostrado causa, habiendo sólo casualidad. Las vacunas son productos delicados que pasan por numerosas pruebas y controles de calidad para asegurar que sean productos que produzcan un beneficio minimizando cualquier efecto perjudicial.

2. “Son muchas vacunas para un niño en muy poco tiempo, eso es una sobrecarga para su sistema inmune”.

Cuando un niño nace, por su sangre corren dos tipos de inmunoglobulinas, las de tipo M que son gigantes y empezó a sintetizar el feto en el 7º mes de embarazo y las de tipo G que le transmitió su madre a través de la placenta, más pequeñitas y efectivas. Las de tipo G unas defensas que le duran unos 6 meses aproximadamente, mientras su organismo va fabricando las suyas propias como “tropas de defensa”. Para ello, cada vez que un virus o una bacteria se le acerca el organismo aprende a reconocerlo, combatirlo y a fabricar las inmunoglobulinas correspondientes para determinados microorganismos. Las vacunas contienen proteínas viruses o bacterias o estos mismos microorganismos muertos o atenuados, con el fin de “enseñárselos” al sistema inmune para que sepa quiénes son y saber protegerse. Es preferible eso a que llegue el microorganismo de verdad, con toda su virulencia.

La realidad es ésta: el bebé, a menos que lo aislemos en una burbuja, tiene su sistema inmune expuesto constantemente a esos estímulos, así que las vacunas no están sobrecargándole sino aliviándole mucho la carga.

3. “Estoy en mi derecho de no vacunarme o no vacunar a tus hijos”.

Claro. Y cuando te cruces con una pareja preocupada porque su hijo no ha podido vacunarse por una inmunodeficiencia, por ejemplo , se lo explicarás con una sonrisa, ¿verdad? Si tu hijo coge el sarampión, se cruza con el suyo mientras está en la fase pre-sintomática (hasta 4 días antes de que aparezca el sarpullido), fallará la inmunidad de grupo (protección de una comunidad de individuos frente a una enfermedad contagiosa debido al alto porcentaje de individuos inmunes a esa enfermedad) y tendrá un bonito problema. Pero es tu derecho. Y, como explican en este artículo,

Part of the problem, according to Dr Elizabeth Edwards, professor of pediatrics and director of the Vanderbilt Vaccine Research Program, is just that: vaccination is understood by many as an individual choice, when science makes clear that the choice – to vaccinate or not to vaccinate – can affect an entire community.
Si te vacunas o vacunas a tus hijos no sólo os estáis protegiendo, sino que protegéis a la comunidad entera, incluido a los que por diversas causas quieren pero no pueden vacunarse en ese momento, ya que dificultáis enormemente la difusión del virus o la bacteria, no enfermáis ni sois portadores de la enfermedad, cortáis de cuajo la cadena de transmisión.

4. “Prefiero que mi hijo adquiera las defensas de forma natural”.

Las vacunas salvan vidas. No nos cansaremos de decirlo. No es lo mismo que un niño se enfrente a un virus o una bacteria en todo su esplendor, pudiéndole dejar con secuelas o, peor, matarlo, que tener el sistema inmune listo para combatirlo gracias a haber tenido un contacto previo con una vacuna de microorganismo muerto, atenuado o una parte de él. Las defensas que adquiere el niño SON LAS MISMAS, la respuesta es siempre la misma: el organismo detecta algo extraño, reconoce lo que es, intenta eliminarlo y se queda con la copla de lo que es para la próxima vez.

5. “Pero si el sarampión es algo del pasado, ya casi no se ve ningún caso”.

Esto es debido a que hay una alta tasa de vacunación (por ahora…crucemos dedos), lo que facilita que no se detecten tantos casos porque los individuos no enferman ni transmiten la infección. Es lo que se conoce como inmunidad de grupo, los individuos vacunados no enferman ni son portadores de la enfermedad. Mira en este gráfico tan cuqui cómo se expande el sarampión en comunidades con gente vacunada y gente sin vacunar. Observa lo que ha pasado en los Estados Juntitos, donde tienen ahora mismo un problema de Salud Pública con el sarampión, que se creía bastante controlado.

La inmunidad de grupo falla cuando disminuye la tasa de individuos vacunados y, lo que es peor, si el porcentaje es lo suficientemente bajo para causar un brote epidemiológico puede llegar a afectar a personas vacunadas porque el virus mute y la vacuna no sea del todo efectiva frente a esa mutación. Vacunarse no es sólo un acto de amor propio, sino de generosidad con el resto.

6.” No es para tanto, de chicos pasábamos el sarampión y no pasaba nada”.

Tal como cuentan en “Vacunas contra la insensatez“,

¿Por qué un padre no vacunaría a sus hijos? La primera razón es el total desconocimiento del efecto de las enfermedades. La gran mayoría de los que se oponen a la vacunación no conoce los síntomas de la Poliomielitis, el Sarampión, el Tétanos o la Tos Ferina.
Basta poner en Google “Sarampión” para ver numerosas fotos de niños afectados. Creo que las imágenes que salen son las más bonitas, las personas que están en un hospital, con toda la sintomatología, llegan a asustar. Y para qué hablar de las neumonías o la afectación neurológica por el virus del sarampión.

A estas horas, cuando estoy a punto de darle al botón “Publicar”, me entero de que ha muerto un niño en Alemania por sarampión.

Me quedo sin palabras.


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